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Familia

Y de repente todo cambió, la hija se convirtió en madre y la madre se volvió abuela.

Su mirada se lleno de nuevo de luz, de alegría, de un amor inmenso y profundo, ese pequeño ser, le inyectó vida a mi mamá, la ahora abuela.

Con la llegada de los hijos no sólo nace una nueva vida, nace una mamá y sobre todo nacen los abuelos.

Aquellos seres que sentían que habían terminado y que ahora su vida sería rutinaria, de pronto tienen una nueva vida para amar, a quien por fortuna ya no es su obligación criar ni educar, pues ese es nuestro trabajo como papás, el de ellos será amar, mimar, consentir, contar historias y apoyarnos a fomentar los valores que les enseñamos.

A veces, como es mi caso, no tenemos a todos los abuelos cerca, sin embargo eso no debe ser impedimento para que se conozcan y crezcan amándose mutuamente.

Mis hijos pasan mas tiempo con sus abuelos paternos por la cercanía, ellos los adoran y les encanta pasar tiempo juntos, no los educan, porque esa es la labor que hacemos mi esposo y yo. Nuestros peques  tienen la fortuna de tener cerca quién los mime, pero también hay quien lo haga a la distancia, gracias a la tecnología, nos mantenemos en contacto con mis padres, que a pesar de encontrarse en ciudades distintas, mis hijos los conocen y los aman inmensamente.

Para muestra el testimonio de la abuela materna de mis hijos:

“Para mí, mis nietos son una bendición, son algo muy especial,  agradezco a Dios que me haya dado la oportunidad de conocerlos.  A pesar de que la distancia nos separa siempre están en mi corazón y en mi pensamiento. Como aquel día timbró el teléfono de casa y la levantar la bocina y decir “bueno” , una hermosa vocecita dijo “hola abuela, ¿cómo estas?” era aquel pequeño que abracé al nacer, tan frágil e indefenso, se me salía el corazón y se me salieron las lagrimas,  ya creció mi niño hermoso. Y cuando escucho a mi nieto menor gritar por teléfono o verlo en los videos que con frecuencia me envía su mamá para que los vea y no perderme de muchos detalles de su vida, de verlos crecer, me llena de emoción , son maravillosos mis chiquitos.

Gracias a ti hija y a tu esposo, por darme estos hermosos nietos los amo.”

Y con estas palabras y las acciones de mis suegros me doy cuenta como los nietos llenan de vida sus años, como se les ilumina la cara cada vez que le gritan “Abuela” o “Ito” (como le dicen mis pequeños), se llenan de vitalidad, y su imaginación pareciera la de un niño también, rejuvenecen con ellos, pero no hay que cargarles la mano, siempre hay que recordar que ellos ya hicieron su trabajo al educarnos y ver por nosotros, y con ese ejemplo ahora será nuestro turno, de honrarlos haciendo lo mejor que podamos con nuestros hijos, sus nietos.

No hay mayor bendición en el mundo que contar con el amor de los abuelos.

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¿NO LO CREEN?