
Destete Respetuoso: El final de una lactancia prolongada.
Porque todo lo que comienza debe terminar.
Después de 2.5 años hemos llegado al final de la lactancia. Durante este tiempo tuve la oportunidad de producir alimento de la mejor calidad para mi Mati, de nutrirlo con lo mejor de mí y de disfrutar de esa etapa tan maravillosa y a su vez tan complicada y llena de temores y dudas, que sólo el apoyo, la confianza y la asesoría de manos que saben del tema pueden calmar.
Hoy puedo decir que me siento satisfecha de haber llegado hasta este momento pues por falta de información con mi angelito no pude hacerlo.
El destete fue respetuoso y gradual, no les voy a mentir, al principio no sabía cómo empezar y llegue a sentirme un tanto egoísta pues como mujer ya estaba un poco cansada, sobre todo en ciertos días en los que estaba más sensible y el roce de sus pequeños dientes me irritaba.
Como saben yo hacía lactancia mixta, dando siempre prioridad a la leche materna, así que comencé dándole pecho solamente a la hora de la siesta y en las noches antes de dormir, y cuando me pedía leche fuera de esos horarios le ofrecía su mamila o dependiendo la hora lo distraía un poco con algún juego o saliendo a caminar o incluso viendo alguna película con él.
Lo asimiló bastante bien, sin embargo, cuando se sentía triste o después de un berrinche, buscaba consuelo y un poco de leche de mamá, lo cual hacía un poco complicado el asunto, sin embrago trataba de calmarlo y si no podía no se lo negaba. Y es precisamente de eso de lo que trata el proceso de un destete respetuoso de no ofrecer, pero tampoco negar.
Quitar el pecho antes las dos tomas que quedaban fue un reto, y me tomó un poco más de tiempo del que me tomó acostúmbralo a hacer solamente esas tomas, pero no fue imposible.
Me fui dando cuenta que al haber reducido las tomas la producción había disminuido y que al pegarlo a mi tardaba un poco de lo que él esperaba en bajar la leche, cosa que Mati también notó y dijo “Mami, ¿Ya no hay?”, en ese momento dije ¡de aquí soy!, y le respondí “No Mati, ya te la terminaste”, acto seguido me abrazó y se quedó ahí cerca de mí, escuchando mi latido y mi respiración hasta que se durmió.
Ese fue el comienzo del fin de mi lactancia, nunca se la negué, siempre que pedía le daba, pero al notar que no salía pronto él mismo decía que ya no había y así fue hasta que dejó de pedir.
Hoy en día llevamos ya un mes sin que yo lo amamante, pero sigo recostándome con él hasta que se duerme, pues hemos sustituido las tomas por una mamila y el abrazo que nos permite estar cerca, escuchando nuestros corazones y respiración cerca uno del otro.
Sin duda me siento afortunada y agradecida de haber podido lactar hasta los 2.5 años, de haber disfrutado y sufrido esta etapa. El vínculo que cree con él no cambió al contrarío sigue ahí y más fuerte cada vez, pues hemos encontrado miles de formas de demostrarnos mutuamente lo especial, maravilloso y mágico que fue vivir este proceso que hoy llegó a su fin.
Si vas a destetar, hazlo a tu ritmo y con respeto para tu peque y para tu cuerpo. Hazlo poco a poco para que no te resulte frustrante o cansado y buscando siempre que sea lo mejor para los dos.